Álvaro Vargas Llosa es un autor fundamental para ¿Por qué la literatura? Con él hemos hecho el primer encuentro entre dos autores, en este caso entre Álvaro y su padre, Mario Vargas Llosa; Un encuentro que tuvo una intimidad y una cercanía mucho más interesante al ser entre padre e hijo. Mario Vargas Llosa está con el proyecto desde que empezó a andar, desde que coincidía con él escribiendo en el Café Central. Álvaro vino a Estambul y me llamó de su parte y de la de Fiorella, la secretaria de Mario que siempre me ha ayudado y apoyado cuando he tenido que molestarle con alguna petición. Tuve la suerte de poder corresponderles acompañando a Álvaro por Estambul, para acabar estando aún más en deuda por enviar a quien se ha convertido en buen amigo.
La trayectoria de Álvaro Vargas Llosa, su visión como intelectual, coincide con uno de los puntos fundamentales del proyecto, el de la relación con otros ámbitos, en este caso con el periodismo, las finanzas, la política y todos ellos se unen en la obra de Álvaro desde la importancia de la palabra escrita, desde la necesidad de la ficción, su hábitat natural desde pequeño.
Álvaro empieza hablándonos de la condición humana, que es trágica y nos lleva a ser capaces de imaginar, de concebir todo aquello que no logramos en la vida “real”. Como seres humanos, encaramos y tratamos de compensar nuestra tragedia a través de la palabra con todo aquello que somos capaces de convertir en literatura.
Álvaro nos dice que el Ser Humano tiene la necesidad visceral de contar. Y hablamos de la actualidad, de cómo el auge de las Redes Sociales responde, entre otras cosas, a esta idea: “La necesidad imperiosa de contar está en la esencia, en la raíz de todos nosotros”.
Sin la ficción estamos desarmados, desprovistos de lo que nos enfrenta a nuestra propia condición, a nuestra propia existencia, a nuestras propias limitaciones. Por eso encontramos esa necesidad de contar, de que nos cuenten, tanto en Internet y las Redes Sociales como en las tribus más alejadas de la comunicación contemporánea en las que el “narrador oficial” está revestido de una autoridad política y sagrada.
Recuerda Álvaro como en su colegio, cuando tenía 13 o 14 años, el que más importancia tenía para el grupo era el que les solía contar historias. Nunca sabías si era verdad o inventado, pero lo que contaba le daba una jerarquía sobre el resto y eso nos lleva a otra cuestión importante: hoy vemos la literatura como la palabra escrita, pero la palabra literatura es muy reciente, antes se hablaba de poesía, también para la narrativa. Y empezó siendo oral. Incluso cuando se había escrito la Ilíada o la Odisea, se aprendían y recitan sus pasajes.
Álvaro incide en la necesidad de contar, pero sobre todo en la necesidad de que nos cuenten. La necesidad que tenemos todos de ficción. Incluso en los oficios que parecen más alejados, como los científicos, lo que hacen es contar, imaginar: hacen ficción para luego, desde allí, acercarse en la vida material lo más posible a esa idea imaginada, contada. Como los políticos, que nos venden una idea de futuro y, por lo tanto, lo hacen usando ficción, la utopía; nos cuentan un mundo futuro que saben que necesitamos escuchar como lectores. Quizás el mejor ejemplo para ilustrar esa necesidad sea un eslogan político que de Perú: “Basta de realidades, queremos promesas”.
Le pregunto a Álvaro por la libertad, por la literatura y la libertad. Me dice que durante muchos años se preguntó sin encontrar una única respuesta, como lo han hecho muchos escritores e intelectuales, si se escribe mejor literatura en libertad o cuando te privan de ella, teniendo en cuenta que la literatura es también una forma de sedición. Lo que está claro es que en los regímenes dictatoriales aumenta la necesidad de literatura porque la necesidad de respuestas en la condición humana se vuelva también una arma de libertad; un arma para hacer del individuo alguien con soberanía, no simplemente disuelta en el colectivo, sino alguien con personalidad propia.
Escribe Álvaro en su texto para el libro de ¿Por qué la literatura? que todas las respuestas racionales para explicar por qué la literatura le importa (la temprana influencia de su padre y su madre, el hábito juvenil trasladado a la edad adulta, el infinito placer de leer, la necesidad de fantasía, el estímulo intelectual que es dialogar o polemizar en silencio y en soledad con las ideas ajenas, la sensualidad desbordante que transmite la palabra escrita) le resultan insuficientes. Todas tienen, seguramente, un lugar en la explicación definitiva, como lo tiene el hecho de que a menudo, como les sucede a casi todos los seres humanos, necesita desbordar mediante el uso de la imaginación los confines frustrantes y a veces insoportables de la existencia material.
Hablar con Álvaro Vargas Llosa es sentir esa necesidad de que te cuenten; escuchar su palabra certera, las imágenes de su discurso, las ideas que nos trae desde distintos géneros de ficción y no ficción, desde distintas disciplinas en las que la literatura, como plantea este proyecto, es necesaria aunque no siempre nos demos cuenta, por el simple hecho de nuestra condición.